10 de junio de 2009

¿Loca yo?

Hace muchisimos años, cuando aún era pequeña y más encantadora, ingresé a trabajar en el sitio en el que estoy ahora (o algo así, digamos que no estoy en el mismo lugar... pero es algo largo de explicar y no viene al caso). Lo cierto es que una de las condiciones para acceder al cargo era pasar un psicodiagnóstico -situación corriente en la mayoría de los trabajos-.
Una de mis mejores amigas había pasado la prueba unos días antes que yo y cuando me llegó la citación para presentarme ante el CMF (voy a colocar sólamente las siglas para hacerme la intrigante) mi amiga vino para darme un par de consejos sobre el test.
A pesar del tiempo transcurrido, puedo citar de manera casi textual lo que me dijo: "No te hagas problemas, es una pavada. Eso sí, cuando te hagan dibujar, no uses toda la hoja para el primer dibujo, porque después no tenes espacio para hacer los demás".
Y así fui alegremente al CMF para pasar la prueba. La psicóloga me dio una hoja y me dijo: "Dibujá un árbol", y yo, recordando las experimentadas palabras de mi amiga, dibujé un bonito árbol pequeñito(porque siempre he dibujado muy bien. Bueno no, eso no es tan cierto, no siempre dibujé bien. Empecé a dibujar bien a los 17 años porque a esa edad aprendí a mirar) en el margen superior izquierdo de la hoja, dejando todo el resto de la página para realizar los siguientes dibujos.
Pero enorme fue mi sorpresa cuando la terapeuta me dijo: "Ahora dibujá una casa", y acto seguido me entregó una nueva hoja en blanco para que dibujara. Alarmada le dije: "No, no, no. No necesito esa hoja, puedo seguir dibujando acá porque tengo espacio". Y mientras ella tironeaba de la hoja que yo había amarrado con alma y vida, me decía: "No, nena, tenes que dibujar en esta hoja nueva que te doy. Esa queda como está".
Sólo tenía dos alternativas: soltar la hoja y salir corriendo al grito de: "Ardillitas, ardillitas! o de "Hay un perrón con un jamón" o soltar la hoja y dibujar lo que ella me pedía en la nueva. Opté por lo segundo, porque puedo estar loca pero no como vidrio. Y así me quedó un árbol chiquitito dibujado en una hoja enorme y vacía y luego una casa y una persona dibujadas en el medio de las otras dos hojas.
Para sorpresa de propios y ajenos, pasé el psicodiagnóstico y me dieron el empleo.
¿Cuál es la moraleja de todo ésto?
Sencillito: Nunca hay que confiar en los amigos, porque son una manga de reventados traicioneros (ah no, se supone que eso no debía decirlo). La moraleja es que si alguien como yo, con acabadas muestras de demencia consiguió un buen empleo, cualquiera puede lograrlo, hasta el más pirado.

2 comentarios:

Faby dijo...

La moraleja es Sé tu mismo, y con tu sisismo llegarás a buen puerto. Claro, en caso que quieras trabajar en el puerto. Aunque para eso no hace falta pasar un psicotécnico, sino tener pulenta.

Ana dijo...

Pensar que la mina debe haber sacado un montón de conclusiones equivocadas, tipo "persona de autoestima pequeña e ideología política de izquierda, bla bla bla"...