3 de febrero de 2010

chinemaparadiso

porque posiblemente pocas cosas me gusten más que la ficción, pero convengamos en que todo tiene un límite.
yo -sin lugar a dudas- necesito que exista cierto grado de verosimilitud en un relato, porque sino por mucho que lo intente, no me lo creo.
es decir, tiene que haber una suerte de coherencia interna que lo torne admisible. por eso siempre empiezo a sospechar cuando comienza una película y a partir de ese momento a la protagonista -que tenía la vida apacible de una vaca en medio de La Pampa- comienza a pasarle absolutamente de todo. en el transcurso de hora y media: mueren sus padres en un trágico accidente, se enamora de un hombre que la desprecia, se prostituye, es acusada de un crimen que no cometió y la persigue la mafia rusa.
no será que el hecho de que alguien observe su vida le trajo toda esa mala suerte? como si alguien se asomara para espiarla (el cine es un juego de mirones) y a partir de ese momento le cayera una terrible maldición al personaje.
en ese caso es preferible alejar a los espectadores para que todo vuelva al estado anterior.
por extraño que parezca, a veces en nuestra vida sucede lo mismo.
es por eso que soy muy selectiva con las ficciones que miro o leo y además -para que no cambie mi suerte- trato de no conocer a mucha gente

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