... quisieras comer una cereza.
No muchas, ni cualquier cereza, sino una en particular.
Una que es única entre todas las de su especie. Pero de pronto te das cuenta que no es tan fácil comerla, es más es practicamente imposible alcanzarla (algunas cosas son difíciles de alcanzar en la vida... ¿Por qué?, Oh, por qué? -Perdón por la disgresión, pero esta es mi faceta trágica-).
Entonces decidis echar una mirada alrededor y encontras que ahí tenes una vulgar naranja.
Una de esas naranjas comunes que se pueden encontrar durante todo el año, porque se pueden conseguir naranjas durante todas las estaciones, pero sólamente se pueden comer cerezas en verano.
Entonces tratas de convencerte de que la naranja es rica y jugosa y hasta llegas a probarla.
Y posiblemente te sientas contento por un rato... pero desde la más profunda oscuridad de tu alma, siempre pero siempre sabrás que lo más querías en el mundo era comer aquella cereza y no esta naranja ordinaria.
Y posiblemente te sientas contento por un rato... pero desde la más profunda oscuridad de tu alma, siempre pero siempre sabrás que lo más querías en el mundo era comer aquella cereza y no esta naranja ordinaria.

Bueno, es algo más o menos así, pero un poco diferente.
6 comentarios:
Mmmmno sé... no me lo puedo imaginar: no me gustan las cerezas =p
Una buena metáfora...
(o realmente estabas completamente antojada de cereza)
Anita estoy con vos no me gustan las cerezas.
Sister si haces la analogía del caviar y la mortadela también paso porque tampoco me gustan.
Ahora que pienso...que jodida que soy para comer.
Ahhh me anoto con las naranjas.
lo importante es comer...o no?
Ana: Es una verdadera pena.
Indignada: De comer qué? Quién habló de comer? Ahhhhhh, si, cierto que hablé de las cerezas. Todo pero todo en el texto es absolutamente literal.
Faby: Un juguito de naranja, tal vez?
Yo soy más jodida que vos, quedate tranqui, sis
Nacho: no.
Cerezas!!! me encantan!
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