It was probably me

En los últimos días sucedió algo que todavía no se bien como calificar y cuyas consecuencias a futuro resultan difíciles de presagiar, a esta altura.

Un virus se introdujo en mi pc. Como bien podrán alegar, ésto no tiene nada de extraño, puesto que es usual que le acontezca a quienes deambulan por el universo cibernético

Es verdad, diré yo (tratando de congraciarme y haciendo gala de toda mi simpatía y magnetismo sin igual), pero lo preocupante del caso es que este virus no sólo no se conformó con infectar mi computadora, sino que se autoejecutó hasta el infinito e intentó introducirse en cuanta computadora ajena tuviera alguna clase de conexión conmigo.

Por mi parte, les aclaro que luego de una denodada faena, he logrado batir al enemigo (cual Cabral cubriéndose de gloria) y restablecí las bondades del sistema, lo que significa que mi pc ha quedado como nueva. Pero ahora el problema que me aqueja es otro, puesto que aparentemente, este virus (al que llamaré Atilio), al activarse, se hacía pasar por mí e iniciaba conversaciones con cuanto ser humano o símil se dignara a responderle. Lo peor de todo es que tomé conocimiento de su accionar delictivo por una serie de comentarios que me han hecho algunos de mis interlocutores.

Esto implica que si durante las últimas 96 horas, alguno de ustedes habló conmigo, sepa que en realidad lo hizo con ATILIO.

Asimismo, les advierto que no puedo hacerme responsable por las cosas que supuestamente prometí, frases que emití y/o sugerí y silencios que propicié, durante el lapso antes mencionado.

Si en algún momento dije que estaba a punto de cenar un bife de cuadril, que participo del tráfico de fauna salvaje y/o que tengo 2 cd de Alejandro Sanz; esa no era yo, sino Atilio (bueno, lo de Sanz es cierto, pero esta es una oportunidad inmejorable para negarlo).

Así que ya saben, todo lo que haya pasado durante las últimas 96 horas (quien dice 96 horas, extiende un poquito más el plazo de gracia y dice 3 meses y medio) excede el marco de mi exclusiva responsabilidad. Por ende, tengan a bien ir a llorar a la Iglesia o, en su defecto, dirigir sus reclamos a Magoya (o al Sr. Atilio, que para el caso vendría a ser un homónimo de Magoya).

Gracias!!!!