Conociendo el Mundo, Animal (III)

Advertencia: Cualquier semejanza con la realidad es puramente intencional y deliberada. Si luego de leer los siguientes párrafos se siente identificado con la criatura descripta, no dude en consultar con un veterinario.

El insistente es una especie común dentro de la fauna que nos rodea. Lejos de encontrarse en vías de extinción, este nefasto mamífero ha desarrollado múltiples mecanismos de adaptación que le han posibilitado su subsistencia en cualquier hábitat. Su capacidad más eficaz está relacionada con la absoluta negación de la realidad que lo circunda, lo que le permite deslizarse de un lado a otro como si nada nuevo aconteciera. El insistente jamás se da por aludido y como tiene un total desconocimiento de las matemáticas, considera que dos "NO" consecutivos equivalen a un "SI", lo cual lo habilitaría a continuar con sus denodados esfuerzos.

Si en algún momento, uno intuye que este nefasto especimen acusó recibo de tanta negativa clara y evidente, se equivoca por completo, puesto que luego de unas pocas horas de pesadumbre y desconsuelo, esta alimaña se recobra cual Ave Fenix de sus cenizas y retoma su actividad con espantosa constancia. Claro que ahora cuenta con nuevos bríos, lo que lo transforma en un pesado entusiasta.

Vale aclarar que el fastidio que provoca en los demás no es producto de su pura maldad. Esta horripilante criatura está absolutamente convencida de que su obligación es insistir hasta alcanzar su objetivo. Esto equivale a decir que es otra víctima más del fanatismo fundamentalista, ya que considera que una energía superior le ha encomendado el cumplimiento de tan noble tarea. Así, el insistente afirma que una noche, mientras bebía en un bar, Luca Prodan se le apareció y le dijo "Hasta que choque China con Africa, voy a perseguirte", lo que interpretó como una clara señal de que debía correr detrás de su presa hasta alcanzarla; cuando en realidad lo que aconteció fue lo siguiente: Estando en un bar de mala muerte, un mozo pelado con acento italiano le alcanzó un vaso de caña. De música de fondo sonaba SUMO. El resto no es más que el resultado de una intoxicación con alcohol en mal estado.
Ahora eso sí, OJO con que otro insistente se cruce en el camino de esta bestia, y lo someta a las mismas prácticas que él con tanto esmero ejecuta, porque misteriosamente, en ese momento, recuperará todas sus facultades intelectuales, se quejará amargamente por su suerte y no dudará en recurrir a cuanto organismo de Protección a los Derechos Humanos le asegure que tomará cartas en el asunto y arbitrará todos los medios necesarios para ponerle coto al accionar del nuevo acosador...