29 de abril de 2008

Venta de autógrafos

En el siglo pasado, cuando yo cursaba 2° año del colegio secundario, PADRE me compró un libro de Historia Europea. El texto era sumamente interesante y uno de los capítulos que más me cautivó fue el referido a la vida de Napoleón Bonaparte. Además de todos los datos ya conocidos del estratega corso, había una suerte de apéndice en el que aparecían las diferentes firmas de Napoléon, a lo largo de los años. Recuerdo que me llamó la atención la evolución de su firma, puesto que algunas diferían muchisimo de otras, en cuestión de pocos años.
Hace un par de días tuve que hacer un trámite en el banco. Una de las empleadas de la entidad me solicitó gentilmente que estampara mi firma en un papel, a los fines de corroborar que YO era YO. Luego se levantó con el papel en la mano y se marchó. A los pocos minutos, escucho que me llaman y una persona que se identificó como Jefa del Departamento de "vaya a saber qué cuernos" me dijo que mi firma no coincidía con la que tenían registrada. De forma muy gentil me exhibieron mi signatura anterior, con toda la intención de que yo intentara emularla -para que de esa forma quedara claro que YO era YO-. Mi primera reacción fue hacerles notar que esa firma databa del año 1996, y que en el transcurso de 12 años yo no podía afirmar a ciencia cierta que seguía siendo la misma persona. Las dos empleadas se miraron entre sí y no se molestaron ni siquiera en refutar mi formidable argumentación metafísica, sino que insistieron en que volviera a firmar. De más está decir que estampé mi autógrafo alrededor de unas 25 veces. A medida que la lapicera se deslizaba por la superficie de la hoja, cada firma se empeñaba en lucir más diferente aún que la anterior, hasta que me dio un ataque de risa tal que consideré seriamente la posibilidad de gritar: "BASTA!!! Lo confieso, Yo no soy Yo, soy Cesar Mascetti y vine a esta entidad bancaria con la sola intención de falsificar esta firma y de alzarme con una importante suma de dinero" (Se nota que Cesar está sufriendo inconvenientes económicos y que se conforma con tomar cualquier suelducho de morondanga como el mío).
Finalmente, la Jefa del Departamento de "tiempo perdido y agotamiento de los clientes" se compadeció de mis múltiples signaturas y creyó reconocer cierto grado de similitud entre la firma registrada y la número 17. De esa manera todo el Universo recobró la calma. Yo volví a ser yo y pude retirarme de la entidad con los bolsillos llenos de pesos y de incertidumbres acerca de los conceptos de: identidad, ser y persona.
Eso sí, a partir ahora -si quieren,no?- pueden llamarme Valeria Bonaparte.

13 comentarios:

Ana dijo...

Pará, tengo que hacer algo que veo que en el mundo blogueril garpa mucho y nunca tengo oportunidad:

PRI!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Ana dijo...

La puta madre, yo estaba ilusionada y no se siente nada distinto, una cagada. Ahora sí, voy a leer tu artículo detenidamente. Perdón pero quería probar, hay que probar todo en la vida.

Ana dijo...

Vale, no pierdas más tiempo pretendiendo que los bancarios tengamos dos cualidades que no tenemos y que no se ejercitan: sentido común y sentido del humor.

Andá mañana y sacá una Banelco para cobrar por cajero. Mientras funcione (uno de cada tres días), se te solucionan todos los problemas!

kekeke dijo...

Y la estampación de tu huella digital como firma? O intenta con una equis (X), o un simple... Vale y un smile ("Vale :P" a lo Meu).

Yo tengo dos firmas, una que uso para las cosas importantes y otra que yo llamo "gancho" que es para las tonterías.

Saludos

Nes :P

Dying dijo...

Sabes a qué me recordó tu post? a un cuento de Kafka! es un verdadero cuento de Kafka!
Tienes todo: los empleados de una entidad grande e inconmensurable pidiéndote esfuerzos inalcanzables y al mismo tiempo siendo incapaces de conectar contigo.
Buen relato y como diría Cerati: "hoy ya no soy yo".
Un abrazo,

Ignacio dijo...

ahhh ya me parecia que mi autografo de cesar mascetti era trucho, me lo dio un canoso...

Pablo dijo...

no tenes un sellito? vos no sos doctora? acaso cuando haces una receta no metes el sello? anda con eso al banco y sos la mas grosa.

Mr. Pergio dijo...

Jaja me mataste! Una argumentación re válida la tuya. Podés afirmar que sos el mismo ser humano (a menos que hayas mutado en el camino) pero no la misma persona.
La burocratización de la vida cotidiana te produjo una crisis de identidad, a tal punto que te consideraste Cesar Mascetti. Pero hay que adaptarse, no queda otra.

Saludos!

viole dijo...

pretenden demasiado los bancarios

Faby dijo...

Sis: tenes que hacer como el rector de mi colegio secundario, el padre José (RIP), que tenía un sello con su firma (¿?).

Germanico dijo...

Los bancos!!! Lo menos modernizado que hay. Parece que uno fuera a pedirles limosna. No hablar cuando dos cajeros tienen que atender a 30 personas, cuando se cae el sistema, cuando llegas y tenes que suponer que fila hacer, a qué cada dirigirte como si todo estuviera debidamente señalizado, de la perdida de tiempo que te causan.

Abrazos

Pedro Martín dijo...

Se nota que con el paro, Cesar anda necesitado de guita. Ahora que torturadores son los bancarios!!!

.gbrl dijo...

y como se que realmente vos sos valeria bonaparte y no algun/a otro/a impostor/a blogger? exijo una comparacion de firmas ¬¬